Ellos tenían relación con la Fuerza Creadora.
Su tarea primordial era la de progresar espiritualmente, y desarrollaron sus facultades extrasensoriales mediante su perseverancia en analizar y poner en práctica los Principios Universales.
No se consideraron mejores ni recortados de la Madre Naturaleza; por el contrario, su unión con la tierra era prácticamente uterina.
No poseemos una naturaleza superior y divina, sino terrena, intraterrena.
Como todo humano, buscaban la verdad, pero en la Naturaleza.
Encontraban paz y felicidad en vivir en armonía con los elementos y con los otros (semejantes o no).
Encontraban paz y felicidad en vivir en armonía con los elementos y con los otros (semejantes o no).
Somos parte de la naturaleza; somos uno con ella; fuimos dotados con dones especiales, eso nos obliga a ser guardianes conscientes de sus atributos y a convertirnos en nobles instrumentos de las leyes naturales.
Los anasazi -al igual que todos los nativos americanos- se consideran seres espirituales. En efecto, el hombre no es un cuerpo físico dotado de un alma, sino un alma que se encuentra en la materia a fin de sacar provecho de sus experiencias y de retornar a la Fuente Suprema.
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